“Es honra de los hombres proteger lo que crece
Cuidar que no haya infancia dispersa por las calles
Evitar que naufrague su corazón de barco
Su increíble aventura de pan y chocolate”.

M.Sosa


Cuánto se ha dicho estos días sobre la condición de vida de Maia y su mamá, ¿no? Cuántos portales levantando la foto de su lugar de pernocte, cadenas de comida rápida dando la nota, policías posando para la foto, medios indignados –por un rato- con otra persona de calle y una sociedad que le dio voz a lxs calladxs para que apareciera un almita perdida.


Se escucharon mucho voces que, paradas en el banquillo de la superioridad, nunca le reclamaron al Estado por políticas públicas de emergencia para la cuestión de calle. Las mismas voces que mañana, desde el curso de la meritocracia, van a volver a preguntarse qué hizo esa mujer para llegar ahí, ¿por qué no se esforzó más? Planera.
¿Y la nena? Que se la saquen.


Pero después de eso… ¿qué? ¿Qué va a quedar hoy cuando los medios ya no hablen de Maia?
Quedan las cifras frías e incomprendidas de la cantidad de personas que sobreviven en las calles, quedan los prejuicios, quedan las miradas de odio, quedan las acusaciones y las voces que desde la comodidad del privilegio se dan el tupé de opinar sobre la vida de personas a las que se les arrebataron todos sus derechos.


Las vidas que valen y las que no. Las que ocupan un rato de entretenimiento en la pantalla chica y las que se van y se pierden en el olvido de una sociedad que lxs desaparece todos los días. Un Estado responsable y cómplice de la violencia sistemática que se ejerce sobre las personas que perdieron sus redes de contención, que no es capaz de poner en la agenda pública la emergencia de la cuestión de calle y de dar respuestas integrales a las necesidades de la realidad social actual.


Lxs niñxs de la calle son el resultado de un sistemático proceso de vulneración, cosificación, sometimiento y silenciamiento de miles de voces que el sistema excluyó y no pudo –o no quiso- volver a escuchar. Lxs niñxs en la calle son el ejemplo más cruel y crudo de la desidia de un estado y de una sociedad que mira para otro lado, que no escucha, que no abraza, que no contiene. Y la responsabilidad, mal que nos pese, es de todxs.

Fundación Puente Vincular
Pers. Jurídica n° 2826/2010
¡Que la calle no se calle!